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viernes, 13 de junio de 2014

Primeras impresiones de Hyrule Warriors

Hay que reconocerle a Nintendo siempre los méritos, ya que gracias a ella hoy los videojuegos son lo que son. E igual que no pasa nada cuando la mayor parte de las veces la tachamos de ‘repetirse’, de usar su misma fórmula una y otra vez, no tendría por qué pasar nada cuando mira a otros territorios y se ve atraída por lo que hacen los demás. E Hyrule Warriors es una de esas ‘canitas al aire’ de los japoneses.
Pero no creáis que cuando nos pusimos a jugar con él desde la propia compañía intentaron ocultarlo, para nada. Las palabras fueron claras y directas: “el armazón del juego es 100% Dinasty Warriors y todo lo que lo envuelve es 100% Zelda”. Y para no variar, cosa que me alegra, tampoco mintieron.
Empezar a jugar con Hyrule Warriors es coger un Dinasty Warriors de Koei pero con todo lo reconocible del universo de Nintendo. Las batallas siguen siendo mastodónticas, con centenares de enemigos en pantalla moviéndose a por nosotros y con unos mapas, eso sí, que son algo más grande que los de los juegos de Koei.
Esos escenarios van lanzando retos, o misiones, que debemos aceptar yendo directamente al foco del problema y una vez allí, completar la tarea que sea. Acabar con un enemigo de los considerados ‘final bosses’ o una cantidad de enemigos. Ya sabéis.
Para los combates de Hyrule Warriors, nuestro héroe (que podremos elegir entre muchos, aunque confirmados hay pocos como Link, Zelda, Idna o Impa) cuenta con un golpe sencillo, otro con mayor poder, saltos y luego un combo que limpia con un ataque especial la mayor parte del área que le rodea.
Ya digo que Dinasty Warriors es la base de Hyrule ‘ídem’ y mientras nos ponemos a jugar esa es la sensación que percibimos pero justo en el momento en que parece que vamos a olvidarnos de cualquier rastro de la creación de Miyamoto, ¡zas!, aparece un ‘algo’ que nos devuelve a los dominios de la magia de Nintendo.
Eso tiene que ver con los personajes, con los escenarios, sacados de la mayoría de los juegos de la franquicia de Nintendo, de las rupias que recogemos, las bombas, de los matorrales que cortamos y en los que podemos encontrar corazones y otras cosas o de los bahúles que, al abrirse, repiten una y otra vez ese sonidito que todos tenemos grabado a fuego en el alma… “tinoninoninó” (seguro que a vosotros os sale mejor que a mí). Eso sin hablar de las músicas que son adaptaciones de todos los temas que nos han fascinado en los últimos (casi) 30 años.

Los combates son muy ágiles y no detienen nunca el ritmo de la partida que se vuelve completamente frenético, sobre todo cuando los enemigos nos tienen arrinconados en alguna zona del mapa que deberíamos haber evitado. Es en esos instantes cuando gana puntos el juego con los movimientos especiales que, en el caso de Link (que es el que probamos), será ese giro de 360º con la espada, que barrerá todo lo que haya a su alrededor.
Gráficamente es curioso pero parece muy simplón y por momentos, incluso, se percibe una cierta pobreza en los modelados de enemigos, personajes, objetos o escenarios. Seguramente es el precio que hay que pagar ante tanta concentración de elementos en pantalla ya que, incluso, en el ‘framerate’ la cosa baja mucho. Para que os hagáis una idea, la suavidad de Super Smash Bros en Wii U es brutal y solo por eso uno acaba por percibirlo como si tuviera una mejor calidad que este Hyrule Warriors.
De todas formas cuando uno está en medio de las refriegas estas cosas pasan desapercibida y empieza a ser importante lo que es, es decir, el juego, el desarrollo. Y de eso, Hyrule Warriors va bien servido.
Pronto saldrá a la venta el juego, concretamente en agosto en Japón y muy seguramente ya en septiembre podría dar el salto a EE.UU. y otros territorios. Esperemos que entre ellos esté España aunque lo mismo Nintendo se reserva el derecho de decidir en función de lo que pase con Super Smash Bros para Wii U…